Una mirada a cómo la innovación satelital impulsa una verdadera cobertura global

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No obstante los grandes avances registrados en las recientes décadas en cuanto a la capacidad de los satélites de comunicaciones y su cobertura, originalmente la mayoría de estos eran de baja potencia. En los albores de la revolución del streaming, la conectividad de banda ancha satelital carecía de la capacidad necesaria para administrar ese mundo de inmensa data que estaba a la vuelta de la esquina.

A medida que crecía la demanda de datos, los satélites simplemente no podían mantenerse al día. Viasat inició en esta brecha con su satélite ViaSat-1, lanzado en 2011. Cuando fue puesto en órbita, tenía más capacidad que todos los demás satélites de comunicaciones de Norteamérica juntos. El ViaSat-1 transformó la industria de banda ancha satelital, al tiempo que brindó una opción real para acortar las brechas de internet.

En resumen: Viasat cambió el modelo al centrarse no solo en la cobertura, sino también en la capacidad —la de administrar gigabytes de datos en lugar de kilobytes o megabytes.

Pero, ¿cómo llegamos a eso y qué es lo que sigue?

Una idea radical

Hasta 1945, la idea de enviar mensajes de radio al espacio y alrededor del mundo sólo era una idea de la ciencia ficción. En octubre de ese año, el escritor Arthur C. Clarke describió una forma muy real de transmitir comunicaciones vía satélite en un artículo para la revista Wireless World.

Clarke se basó en la ciencia espacial alemana de la Segunda Guerra Mundial y en su propia imaginación para esbozar lo que hoy podemos describir como una constelación global de satélites, con la excepción de que su visión incluía estaciones espaciales con personas en ellas administrando las operaciones.

La mayor contribución de Clarke fue proponer que las instalaciones estuvieran en una órbita particular (más tarde conocida como geoestacionaria). A la altitud correcta (35,786 kilómetros) y la velocidad correcta (11.2654 km por hora), las estaciones orbitarían al mismo ritmo que la rotación de la Tierra, lo que les permitiría permanecer estacionarias sobre los mismos puntos con respecto al planeta. Así, cualquier señal enviada desde la estación alcanzaría su objetivo las 24 horas del día. Los programas de televisión no se verían interrumpidos debido a que un satélite estuviera al otro lado del mundo —o que se tuviera que “ajustar” a medida que la Tierra girara.

Sputnik

En 1957, los científicos soviéticos se pusieron serios cuando lanzaron el Sputnik, un orbe plateado del tamaño de una pelota de playa que orbitó la Tierra durante tres meses. Un transmisor de radio a bordo envió sonidos de “ping” a la Tierra, los cuales incluso podían ser escuchados por los radioaficionados.

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Esta copia de respaldo del Sputnik 1 lista para volar se exhibe en el museo Kansas Cosmosphere de Hutchinson, Kansas, EUA. El pequeño satélite causó un gran revuelo cuando fue lanzado en 1957.

Sin embargo, impulsado por un temor ante la posible dominación soviética del espacio, el gobierno de los Estados Unidos presionó con fuerza para actualizarse. El año siguiente, 1958, lanzó un pequeño satélite llamado SCORE al espacio a bordo de un misil balístico Atlas. Esto se mantuvo en secreto debido a la posibilidad latente de fallar, hasta que el SCORE alcanzó la órbita y transmitió a todo el mundo un mensaje navideño grabado del presidente Dwight Eisenhower.

Telstar I, el verdadero negocio

El primer satélite de comunicaciones con páneles solares que podía recargar sus baterías, Courier 1B, entró en órbita en 1960. Sin embargo, el verdadero cambio de juego fue Telstar 1, lanzado en 1962.

Propiedad de AT&T y lanzado por la NASA, el Telstar 1 podría transmitir señales telefónicas y de televisión en todo el hemisferio norte del planeta. Una de las primeras transmisiones que llegaron a Europa fue un fragmento de un juego de béisbol entre los Phillies de Filadelfia y los Cachorros de Chicago.

Señales de TV

El juego volvió a cambiar en 1965 cuando COMSAT, una empresa privada respaldada por el gobierno de Estados Unidos, lanzó Intelsat I a una órbita geosíncrona. Apodado Early Bird, el satélite cilíndrico de 76 libras (unos 34 kilogramos) estaba envuelto en páneles solares, lo que hacía que pareciera una lámpara de mesa impulsada por un cohete con la boquilla como base.

Se suponía que el Early Bird duraría solo 18 meses en órbita, pero operó durante cuatro años, enviando señales de teléfono, televisión e incluso fax a la Tierra, hasta 1969, cuando fue desactivado.

Los grandes países con terreno accidentado fueron los primeros en adoptar la tecnología satelital. Rusia creó un sistema de transmisión de televisión a nivel nacional llamado Orbita en 1967. Canadá encargó a Hughes Aircraft la construcción de una serie de satélites conocidos como Anik. Los tres primeros, lanzados entre 1972 y 1975, permitieron al “país de la hoja de maple” transmitir hacia su lejano y helado norte. La red satelital podía transmitir 12 estaciones de televisión en color, toda una hazaña para ese momento.

El ejército entra en órbita

Mientras que las empresas comerciales buscaban el espacio para la telefonía y la televisión, el ejército estadounidense lo quería para ganar guerras. Después del Sputnik, el presidente Dwight Eisenhower creó lo que se conocería como DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency, por sus siglas en inglés), e impulsó una red de satélites que podían transmitir mensajes militares por todo el mundo de forma segura.

El primer satélite DARPA se instaló en 1966 y el sistema se encendió dos años después. Los civiles recibieron los primeros beneficios cuando el DARPA permitió el uso de una herramienta clave: el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés). El GPS estaba originalmente reservado sólo para uso militar. Luego, en 1983, el vuelo 007 de Korean Airlines se desvió hacia el espacio aéreo soviético y fue derribado. El presidente Ronald Reagan hizo público el sistema a partir de ese momento, esto para ayudar a los pilotos a evitar desastres. Los militares se quedaron con las señales más precisas hasta el año 2000, cuando el presidente Bill Clinton las hizo públicas.

Hoy, la red de 31 satélites está a cargo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. El GPS ejecuta la mayoría de las aplicaciones de mapas del mundo. Cada satélite transmite su ubicación a la tierra, donde los smartphones triangulan dos o más satélites para determinar su propia ubicación.

Internet satelital

En 1986, Viasat inició operaciones y al final de su primer año había obtenido 300,000 dólares en capital de riesgo. El trío fundador —Mark Dankberg, Steve Hart y Mark Miller— comenzó desde cero su trabajo con los satélites, con pequeños microprocesadores en placas de circuitos para el gobierno. De hecho, el Departamento de Defensa fue uno de los primeros clientes que compró módems para sus redes satelitales.